“Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos semejantes a ranas; porque son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra y de todo el mundo, para congregarlos para la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y cuida sus vestiduras, para que no ande desnudo y vean su vergüenza. Y los congregó en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Apocalipsis 16, 13-16).
¿LA CIUDAD DEL FIN DEL MUNDO?
Armagedón (Harmageddon) es una palabra del griego koiné –el griego común que se hablaba en la época helenística, tras las conquistas de Oriente Medio de Alejandro Magno (356-323) y en el que fue escrito el Nuevo Testamento–. Deriva de la contracción de la expresión hebrea “Har Megiddo”, que puede traducirse como “monte”, “montaña” o “colina de Megiddo”. A 80 kilómetros al norte de Jerusalén, coronando un altozano artificial, que emerge en el fértil valle de Jezreel, Megido (Tell el-Mutesellim, en árabe) es hoy el yacimiento arqueológico más importante de Israel, donde emergen las ruinas de una ciudad mítica que algunas fuentes han relacionado con el reinado del rey Salomón…
En realidad, no