Entre los siglos i y ii d. C., el historiador y filósofo Plutarco emparejó a griegos y romanos para extraer lecciones morales a partir de puntos de conexión entre ambos. Transcurrieron las centurias y, durante la última etapa del Medioevo y los inicios de la Modernidad, vinieron a vivir respectivamente dos comerciantes que resultaron ser exploradores; uno era veneciano y otro genovés. Se llamaban Marco Polo y Cristóbal Colón, y dieron a conocer a sus coetáneos paisajes inhóspitos, después de arriesgar sus vidas y tocar fondo en prisión; ellos, que se habían codeado con los magnates de su tiempo, de Oriente y de Occidente.
¿ESCRIBIERON?
Tanto Marco como Cristóbal condensaron su pensamiento en un tratado, pero necesitaron de la colaboración de otros. La crónica de los viajes de Marco Polo está contenida en el Libro de las maravillas del mundo, donde aparecen relatados 24 años de aventuras, desde 1271 hasta 1295, entre su Venecia natal y Oriente. El escriba era Rustichello de Pisa, que estuvo encarcelado con él después de ser apresado por los genoveses en la batalla de Meloria (1284). Marco Polo aprovechó la dura estancia en la cárcel para dictarle sus experiencias, y juntos publicaron el libro Il Milione (El Millón), traducido al castellano como Los viajes de Marco Polo. El compendio está lleno de preguntas o de frases expresivas que muestran que era una obra pensada para ser escuchada más que para ser leída.
Del primer viaje de Colón tenemos el En él, el marino genovés revela que quería visitar a «un Príncipe llamado Gran Can (que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes), como muchas veces él y sus antecesores habían enviado a Roma