El olor ha sido un componente fundamental de la experiencia humana, sin embargo, ha estado siempre relegado a un puesto secundario frente a sentidos como la vista o el gusto. Ahora, se revela como el sentido más poderoso de todos. Su importancia en nuestros días se hizo más evidente con el azote del coronavirus, cuando se constató que una de las secuelas más evidentes de las personas afectadas era, precisamente, la pérdida de la capacidad olfativa (anosmia), en algunos casos crónica. Ahora se ha convertido también en una valiosa herramienta para historiadores y arqueólogos a la hora de comprender épocas pasadas.
Sin embargo, la tarea no es fácil, pues en su mayor parte los olores provienen de sustancias orgánicas que se descomponen rápidamente, por lo que existen pocas evidencias para que los expertos los investiguen cientos o miles de años después. De ahí la importancia de las nuevas y vanguardistas investigaciones que se están llevando a cabo en Occidente.
EN 2020 SALTABA LA NOTICIA DE QUE LA UNIÓN EUROPEA FINANCIARÍA UN AMBICIOSO PROYECTO INTERNACIONAL PARA EXPLORAR LOS OLORES PERDIDOS DEL VIEJO CONTINENTE. Duraría tres años y serviría para conocer así más sobre nuestro pasado y la evolución de las sociedades, un propósito que aunque pueda parecer algo extravagante ha tenido un enorme éxito y todavía sigue vigente, con exposiciones, talleres, visitas guiadas e incluso experiencias olfativas.
Su nombre es Odeuropa y, durante este tiempo, un equipo multidisciplinar formado por historiadores, lingüistas computacionales, químicos, perfumistas, museólogos y especialistas en aprendizaje automático, reconocimiento de patrones y humanidades digitales, procedentes de Inglaterra, Holanda, Alemania, Italia, Francia y Eslovenia, han explorado referencias olfativas en pinturas, grabados, novelas, libros de cocina, tratados médicos e incluso archivos notariales y antecedentes penales, en los que quedaron registros de quejas y peleas por malos olores. También en los llamados «libros de secretos», recopilaciones de fórmulas mágicas y recetas de alquimia, elaboración de perfumes y cosméticos que comenzaron a imprimirse en el siglo XVI y que fueron los