La historia del Vaticano, un estado que abarca apenas 3.2 kilómetros cuadrados y que incluye las posesiones de las basílicas de San Juan de Letrán, San Pablo de Extramuros y Santa María la Mayor, entre otros edificios en Roma, se teje con hilos antiguos y contemporáneos. Este pequeño enclave, situado en el corazón de la Ciudad Eterna, ha sido la residencia de los Papas desde 1377, un momento que marcó un hito en su evolución histórica. Antes de ese traslado de la corte pontificia a Aviñón (1309-1377), la sede del papado se encontraba en Letrán.
Desde ese año de 1377, cada Papa ha contribuido de manera incesante a la mejora y la dignificación de este sagrado lugar, la sede del Padre supremo de la Iglesia católica. La culminación de este proceso se alcanzó en 1929, cuando se estableció la independencia del Vaticano como estado soberano. Este acuerdo histórico, conocido como los Acuerdos de Letrán, se forjó entre Benito Mussolini y el Papa Pío XI. En virtud de este pacto, el Papa reconoció la capitalidad de Roma, y Mussolini otorgó reconocimiento al Vaticano como un estado independiente bajo el liderazgo del Papa, configurándose como una monarquía absoluta.
La historia del Vaticano se remonta a un tiempo en que estas tierras eran un campo llamado Ager Vaticanus, donde se celebraban batallas navales como espectáculo. Fue Calígula quien