ALAS 12.30 H DEL 22 DE NOVIEMBRE DE 1963 UN LINCOLN DE COLOR NE-GRO, TOTAL-MENTE DES- CAPOTADO, AVANZABA AL RITMO DE LA CARRERA DE UNA PERSONA POR UNA CALLE DE DALLAS. De repente, se produjo una detonación y el presidente se llevó las manos al cuello con signos de ahogo y dolor en el rostro. “¡Han disparado a mi marido!”, grita la primera Dama. En el asiento de enfrente, el gobernador de Texas John Connally tampoco se encontraba bien, y estaba visiblemente dolorido.
Apenas cuatro segundos después se produjo una segunda detonación. Todo ocurrió extremadamente rápido. Jacqueline intentó ayudar al presidente, que sigue ahogándose, mientras el coche avanzaba a ritmo pausado.
Segundos después se produjo una tercera y última detonación. Una enorme confusión reinó durante los siguientes minutos hasta que uno de los agentes de policía, que acordonaba la zona, descubrió el lugar del que presumiblemente procedían los disparos.