Bogotá, Col.- Las alianzas entre el narcotráfico y la política colombiana han sido documentadas desde los años sesenta, pero el momento más emblemático de esa asociación ocurrió en 1982, cuando el jefe del Cártel de Medellín, Pablo Escobar, llegó a ocupar un curul en la Cámara de Representantes, lo que fue el comienzo de la debacle del capo porque amplios sectores del país rechazaron su presencia en el recinto legislativo.
Desde entonces, los narcotraficantes colombianos entendieron que les era más conveniente financiar campañas electorales y encumbrar con apoyo económico a políticos de su confianza, en vez de ponerse ellos mismos en la palestra pública.
En 1995, por primera vez un presidente colombiano, en este caso Ernesto Samper, fue acusado por la Fiscalía de