Las sesiones de fotos no suelen formar parte de la experiencia habitual de un director, salvo en los casos de esos cineastas estrella que están en mente de todos. Manuel Martín Cuenca (Almería, 1964) lo expresa, entre halagado y sorprendido, al sentarse a la mesa de maquillaje. Esto es solo para los actores, ¿no? La complicidad se establece en cuanto escucha el acento cubano de la maquilladora. Fluyen sus recuerdos de la isla caribeña que tanto quiere, en la que fue profesor en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños y a la que dedicó su primer largometraje, El juego de Cuba (2001), con el que ganó el premio al Mejor Documental en el Festival de Málaga. Ya frente a la cámara expresa tímido una duda: Me dicen que salgo muy serio en las fotos. ¡Falsa alarma! En pocos minutos se relaja y afloran las primeras sonrisas del realizador, que compite con El amor de Andrea en la 68. Seminci.
CAMBIO DE RUMBO
Lo advierte al iniciar la charla. Con su séptimo largometraje de ficción, ha dado de modo natural, casi sin. , La hija, La flaqueza del bolchevique, Malas temporadas Caníbal,