ocas publicaciones mensuales en el mundo pueden presumir de alcanzar los 400 números, que corresponden a 33 años y 4 meses saliendo al quiosco de forma ininterrumpida. En ese tiempo, AÑO/CERO solo ha tenido dos (Onda Cero), y uno de televisión internacional: (DMAX). Si Lorenzo representa los medios audiovisuales, que se han erigido como fuente de información para la mayor parte de la población mundial, Enrique es la sabiduría, el conocimiento y su inmensa y desordenada biblioteca. Si Lorenzo muestra un sano escepticismo y no tiene inconveniente en confesar sus dudas, Enrique tiene bien asentadas sus convicciones sobre los sucesos anómalos. Si Lorenzo representa el reporterismo a pie de campo, Enrique prefiere el análisis documentado. Si Lorenzo ante todo se muestra prudente en sus opiniones, Enrique es atrevido y, en ocasiones, temerario. Si Lorenzo prefiere vivir la aventura viajando por el mundo, Enrique es más de analizar documentos. En realidad, si lo pienso bien, ambos representan lo que siempre ha sido AÑO/CERO: una publicación atrevida, profunda, en donde el lector se puede encontrar desde artículos muy sesudos y trascendentes, a otros basados en el viaje, la aventura, la investigación o el reporterismo puro y duro. Pero lo que siempre he admirado de la revista en la que llevo trabajando la friolera de 17 años, es que su única línea editorial es que los artículos sean interesantes y veraces. Ni Enrique de Vicente, ni Lorenzo Fernández, ni ninguno de los periodistas que hemos formado parte de la redacción hemos dejado de defender la publicación de un tema porque vaya en contra de nuestras convicciones. Por eso, larga vida a AÑO/CERO y ojalá podamos celebrar el número 500.
