ernando Trueba (Madrid, 1955) tiene a sus espaldas una larga lista de galardones, entre ellos, un Óscar por Siente una curiosidad innata por aquellas historias que le mueven, y con su característica humildad y cercanía nos recibe en el patio de su casa, un pequeño oasis en plena capital donde, que se estrenará el 6 de octubre en cines. Cuando estaba en Brasil rodando El Milagro de Candeal reeditaron toda la música instrumental brasileña que llevaba descatalogada 20 años. Así descubrí a Tenório, un pianista del que no había oído hablar nunca, aunque conocía a los que tocaban con él. Vi que era un músico de músicos, alguien muy innovador con un estilo personal y elegante. Soy un fan de Mariscal increíble. Sus dibujos están llenos de sensualidad, alegría y vitalidad y la idea de hacer películas con ese sentido del color me gusta mucho. Somos muy diferentes, pero nos complementamos muy bien. Ocupa un lugar importantísimo. Camino todos los días y siempre oyendo música, pero no en forma aleatoria. Según el momento quieres escuchar una cosa u otra. Sigo muy de cerca a los músicos jóvenes, y cuando alguien me gusta soy obsesivo. Nunca me gustó hablar por teléfono. El de ahora es peor, porque es algo que no te gusta y te persigue. No tengo teléfono por mi egoísmo, en defensa propia. Gracias a Dios mi trabajo me permite no tener teléfono, pero si estuviera en producción no podría. Tiene una cosa muy curiosa y es que tienes que decidirlo todo por adelantado. A mí me gusta la inspiración del momento, es un control llevado al máximo. Empecé teniendo un contacto muy difícil y luego se volvió maravilloso. Les tengo mucho cariño y me da mucha pena que su mujer, Carmen, muriera durante la pandemia. Acabé sabiendo más de Tenório que la familia y la policía, porque no hubo investigaciones. No hago películas para recuperar la memoria histórica. El cine tiene la función de contar buenas historias y a mí esa historia me apasionó. Mi hijo me decía que el personaje tenía que ser yo, pero lo que cuento tiene más sentido narrativamente. La verdad no siempre es más verdad que la ficción. La ficción a veces es más cierta que la verdad.
