EL ARCHIDUQUE FRANCISCO FER- NANDO –EL HEREDERO DEL OCTO-GENARIO EMPERADOR FRANCISCO JOSÉ– SE ENCONTRABAN DE VISITA OFICIAL EN BOSNIA-HERZEGOVINA, UN TERRITORIO QUE HABÍA PASADO A FORMAR PARTE DEL IMPERIO POCOS AÑOS ANTES. Lo hacía en compañía de su esposa, la noble bohemia Sofía Chotek. En aquellos momentos los archiduques era una de las parejas con mayor proyección en el tablero político europeo, ya que estaban llamados a heredar la corona austro-húngara.
El conductor del vehículo en el que viajaban, Leopold Lojka, era un personaje de absoluta confianza, que se había ganado la simpatía del archiduque cuando en unas maniobras militares, que tuvieron lugar en el castillo de Velké Meziricí (1909), fue capaz de recuperar a más de un centenar de caballos que se habían escapado y que, de forma incontrolada, corrían hacia el centro de la ciudad.
UN MOSAICO DE ETNIAS Y LENGUAS
Para que comprendamos la magnitud del imperio Austrohúngaro vayan por delante dos datos: a pesar de que para asistir a su nacimiento tan solo nos teníamos que remontar cuarenta y siete años, su extensión era de 675.936 km2 y contaba con una población de casi cincuenta y tres