El colesterol se forma en el hígado a partir de alimentos grasos como las yemas de huevo, algunos tipos de carne o el queso. Es un componente esencial en muchas partes del cuerpo, además de jugar un papel clave en la sangre. Por ejemplo, es fundamental en la membrana de las células, para producir hormonas, vitamina D o sustancias para digerir los alimentos. Y también en la mielina, la sustancia que recubre a los nervios, facilitando la conducción de los impulsos eléctricos.
Fue descrito por primera vez en 1769. El mérito fue de François Poulletier de la Salle. Pero no fue hasta 1815 cuando tuvo un primer nombre: el químico Michel-Eugéne Chevreul lo bautizó como «colesterina». Posteriormente, se acuñó el neologismo «colesterol», al juntar las palabras griegas chole (bilis, porque se halló en principio en este órgano) y stereos, que significa sólido.
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