SI COMPARAMOS EL TERRITORIO DE UN PAÍS con el cuerpo humano, las carreteras son las venas, y los automóviles la sangre que fluyen por ella”. Nos gusta esta frase de Ju-yung Chung, fundador de Hyundai Motor Group. Hoy la empresa coreana es el tercer fabricante mundial solo
por detrás de Toyota y el Grupo Vokswagen, pero hace cincuenta y seis años eran unos perfectos desconocidos. Hyundai Motor Company se fundó en 1967, y comenzaron fabricando, bajo licencia, los Ford Cortina Mk2 que se vendían en el Reino Unido. Seat también inició su trayectoria fabricando coches de Fiat, y es evidente que la producción de modelos de otras marcas siempre ha sido un buen modo de poner en marcha una incipiente industria automotriz.
En aquellos tiempos en Corea había solo 60.000 coches matriculados, y hoy ruedan por el país asiático unos 25 millones.
El “Hyundai” Cortina era más ancho y potente que su competidor, el Shinjin Corona (de origen Toyota), pero pronto los taxis Cortina mostraron problemas de fiabilidad. La investigación de los técnicos de Ford reveló el origen del problema, y era que en aquellos tiempos solo el 20% de las carreteras de Corea estaban asfaltadas. Así que el fundador, Chung Ju Yung, pronto tuvo claro que debían producir su propio coche con su propia marca.
Hoy no nos sorprende la ambición de Hyundai y Kia como marcas, pero basta con mirar a sus inicios para comprobar que esa actitud siempre ha estado ahí. Con el fin de lograr el mejor diseño posible para su primer coche, los responsables de Hyundai escribieron cartas amir de un amplísimo bagaje en el sector porque había empezado a trabajar hacía casi dos décadas. Hoy está considerado como el mejor diseñador de automóviles de la historia.