EL SEÑOR DE LAS LÍNEAS RECTAS
UN DÍA DE OTOÑO DE 1969, un joven diseñador de automóviles italiano se reunió en Wolfsburgo con unos hostiles ingenieros alemanes y cambió la historia de la industria del automóvil. Volkswagen tenía problemas porque su famoso Escarabajo, un fenómeno con 36 años de edad cuyo éxito simbolizaba no solo el apogeo de la marca, sino la reinvención de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, se vendía cada vez menos y amenazaba con hundir la empresa. Buscándole un sucesor, el director general, Kurt Lotz, envió a un equipo al Salón del Automóvil de Turín para que eligieran los seis mejores diseños e invitaran a sus creadores a una entrevista. Cuando llegaron y eligieron, cuatro de esos seis modelos habían sido diseñados por la misma persona: un joven de 31 años, afable pero nervioso y un tanto intelectual, que estaba ahora sentado frente a quince ingenieros alemanes muy serios. Todos compartían la misma opinión, generalizada entre los alemanes, de que los italianos creaban vehículos bonitos, pero que no se podía confiar en ellos para los serios. Le explicaron que los planes iniciales de Volkswagen para su nuevo vehículo se basaban en el Fiat 128, recientemente lanzado. Incluso le contaron que habían desmontado uno para calcular las medidas de su producto futuro... Cuando le estaban mostrando el espacio del motor él los interrumpió sin complejos: “Esas no son las medidas del Fiat 128”.
Este diseñador, a diferencia de la mayoría de sus colegas, tenía un interés obsesivo en los detalles técnicos y una memoria increíble. Los ingenieros protestaron, pero él les dio otras cifras que resultaron ser las correctas. Pasaron a preguntas técnicas cada vez más agresivas sobre los procesos de fabricación y él las respondió todas. Más que una reunión de negocios parecía el tiroteo de un spaghetti western.
EL JOVEN CONSIGUIÓ EL TRABAJO e hizo historia: el vehículo que diseñó
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