EL SEÑOR DE LAS LÍNEAS RECTAS
EL BMW M1, con motor trasero y carrocería de fibra de vidrio, fue obra de Giugiaro. Se lanzó en 1970 como un coche de carretera del cual solo se fabricaron 453 unidades.
UN DÍA DE OTOÑO DE 1969, un joven diseñador de automóviles italiano se reunió en Wolfsburgo con unos hostiles ingenieros alemanes y cambió la historia de la industria automotriz. Volkswagen tenía problemas porque su famoso Escarabajo (beetle/vocho), un fenómeno con 36 años de edad cuyo éxito simbolizaba no solo el apogeo de la marca, sino la reinvención de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, vendía cada vez menos y amenazaba con hundir la empresa. Buscando un sucesor, el director general, Kurt Lotz, envió a un equipo al Salón de Automóvil de Turín para elegir los seis mejores diseños e invitaran a sus creadores a una entrevista. Cuando seleccionaron, cuatro de esos seis modelos habían sido diseñados por la misma persona: un joven de 31 años, afable pero nervioso y un tanto intelectual, que estaba ahora sentado frente a 15 ingenieros alemanes muy serios. Todos los germanos compartían la opinión generalizada de que los italianos creaban vehículos bonitos, pero que no podía confiarse en ellos para los “serios”. Le explicaron que los planes iniciales de Volkswagen para su nuevo vehículo se basaban en el Fiat 128, recién lanzado, e incluso le contaron que habían desmontado uno para calcular las medidas de su producto futuro. Cuando estaban mostrándole el espacio del motor, él los interrumpió sin complejos: “Esas no son las medidas del Fiat 128”.
Este diseñador, a diferencia de la mayoría de sus colegas, tenía un interés obsesivo en los detalles técnicos y una memoria increíble. Los ingenieros protestaron, pero él les dio otras cifras que resultaron ser las correctas. Pasaron a preguntas técnicas cada vez más agresivas sobre los procesos de fabricación y él las respondió todas.
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