A principios de año, Hailey Bieber abrió un debate que ha llegado hasta hoy sólo con ponerse una camiseta. En ella se podían leer dos palabras: nepo y baby. Lo que de toda la vida hemos llamado hijo de (con un tono despectivo) se había convertido gracias a ella en toda una reinvidicación: “Aquí estoy yo”. Y es que la pequeña del actor Stephen Baldwin pertenece a un club que integra la nueva nobleza de la moda, jóvenes con padres famosos a los que la mitad de la población critica, pero el total de la población admira. Ellos lo saben, las marcas lo saben. La repercusión mediática de Leni Klum, Deva Cassel, Apple Martin, Lily Collins, Zoë Kravitz, Maya Hawke, Iris Law, Lila Grace Moss... es ahora equiparable a la que en su día tuvieron las modelos de los 90. Aunque, ¿es tan fácil para ellos como nos parece a nosotros desde fuera? ¿Cuál es el precio de la fama (hererada)?
El fenómeno de los no sólo está en el mundo de la moda, está de moda. El término, formado por la combinación de y designa a los de dinastías que siguen sus pasos, sin discriminar quiénes de ellos alcanzaron la fama por méritos propios o por una cuestión de linaje. Es verdad que tienen todas las ventajas del mundo, pero también las desventajas. Si se piensa detenidamente, parece lógico que nacer en una familia de celebridades te convierta en una de ellas. Es más, pasar inadvertido suele ser un privilegio que se les tiene vedado desde la cuna, aunque no son pocos los padres conocidos que han intentado preservar el anonimato de sus vástagos.