ES una gran SERIE, y lo afirmo visceralmente, lejos de los “sesudos” análisis surgidos a lo largo y ancho de las cuatro temporadas del transmitido por HBO Max. Lo afirmo con lo que me queda en el espíritu al final de cada capítulo, un revoltillo de sentimientos que van entre el asco y la admiración. Confieso mis ganas es una gran serie porque logra su cometido -repugnar y fascinar sin concesiones-, llevándonos a los extremos de una receta de éxito: ricos todopoderosos ahogados en una ambición colosal, como llaga a punto de explotar velada por una capa de la más fina seda. Eso son los padres e hijos de la familia Roy, tan triste como opulenta, de risa fácil sembrada en la desdicha de quien solo ama el dinero
CAVILACIONES AUDIOVISUALES SOBRE LAS (NUEVAS) MASCULINIDADES Padres
May 31, 2023
2 minutos
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