La reunión del llamado grupo de los siete, formado por los países más ricos del mundo, que tuvo lugar a finales de la semana pasada, ha dejado un mal sabor de boca. El problema que se colocó al centro de la agenda fue la guerra de Ucrania. Su resultado más importante fue el éxito mediático del presidente Zelensky, quien logró el afecto de todos los participantes, concentrar los reflectores, levantar simpatía para sus demandas y mantener viva la condena generalizada de los ahí presentes al comportamiento de Rusia.
A lo anterior se añade algo un