Grace Kelly estaba a punto de dejar atrás el sueño de Hollywood para convertirse en princesa. En 1956 estrenaba la que sería su última película, antes de casarse con el amor de su vida (y el que se la cambiaría por completo), el príncipe Raniero de Mónaco. En ese momento de transición, en la cima de su carrera cinematográfica, dejándolo todo atrás por un camino muy distinto, posó en uno de sus últimos retratos como actriz luciendo una gargantilla de oro de la que en forma de granos de café. Como su anillo de compromiso, un diamante de talla esmeralda de 10.48 quilates, era de Cartier. Ese mismo año, en el número de octubre de la edición norteamericana de HARPER’S BAZAAR, Audrey Hepburn miraba a cámara en un plano corto enmarcando su rostro con un turbante estampado a rayas de cebra y unos pendientes con el mismo motivo, esta vez tallados en mezcla de coral y oro. rezaba el titular. Nueva luz, nuevo brillo. El de una Audrey que despuntaba tras ganar su primer Oscar por y protagonizar otros títulos como o. Esas dos estampas, con dos de las mujeres más deseadas de aquellos años, hicieron del motivo cafetero de la lo mismo que fueran ellas: un icono para la eternidad.
GRANO A MANO
May 19, 2023
3 minutos
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