El pasado mes de febrero, el director del FBI Christopher A. Wray (1966) manifestaba públicamente en una entrevista concedida a Fox News: “El FBI ha evaluado durante bastante tiempo que los orígenes de la pandemia de COVID-19 son probablemente consecuencia de un posible incidente del laboratorio en Wuhan”. Tal afirmación significaba un balón de oxígeno para los entusiastas de las conspiraciones, que atribuyen al virus un origen artificial. Las declaraciones del FBI se basaban en un informe, elaborado por esas mismas fechas a instancias del Departamento de Energía. Sin embargo, los medios de comunicación omitían que, dicho documento (que todavía no se ha hecho público), añadían que, aunque se mantenía la hipótesis de una “fuga accidental” de laboratorio, esta posibilidad era evaluada como de “baja confianza”.
¿EL VIRUS QUE ESCAPÓ DEL LABORATORIO?
La teoría de la conspiración que atribuye que el virus VIH fue diseñado en laboratorios estadounidenses comenzó a difundirse el 17 de julio de 1983, cuando un periódico de habla inglesa publicado en la India, el diario Patriot–sufragado con fondos soviéticos–publicó el siguiente titular: “El SIDA podría invadir la India. Misteriosa enfermedad causada por experimentos de Estados Unidos”. La noticia incluía el testimonio, desde el anonimato, de un “muy conocido” científico y antropólogo estadounidense que afirmaba que el virus del SIDA había sido desarrollado, a instancias del Pentágono en un laboratorio de ingeniería biológica de Fort Detrik, una instalación del Comando Médico del Ejército de los Estados Unidos localizada en Frederick (Maryland).
Esta creación de un virus artificial formaría parte del programa secreto de Estados Unidos, dentro del contexto de Guerra Fría, para el desarrollo de “armas biológicas”. Para su creación, científicos estadounidenses habrían viajado a países de América y de, el siguiente objetivo consistía en propagarlo por los países de India y Pakistán.