CINE
PARÍS.- Se prenden las luces, pero la elegante sala Henri Langlois de la Cinémathèque sigue hundida en un extraño silencio.
Invitados al pre-estreno de La syndicalis te, los espectadores –profesionales del séptimo arte y cinéfilos– se ven como noqueados.
No es para menos.
Basada en hechos reales, la cautivadora película de suspenso --prevista para exhibirse en México con el título de Blanco fácil--, cuenta el descenso a los infiernos de Maureen Kearney, respetada responsable de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), cuyas actividades sindicales amenazaron opacos intereses políticos e industriales, y la expusieron a una sórdida agresión fisíca.
Suenan los primeros aplausos que se convierten en aclamaciones, cuando se sube al escenario el equipo de la película encabezado por el realizador JeanPaul Salomé. Pero es con una auténtica ovación que la asistencia acoge a Isabelle Huppert, intérprete magistral del papel protagónico, y sobre todo a Maureen Kearney.
La “estrella” de la noche parece saborear con emoción y serenidad aún frágil estos minutos de reconocimiento. Un bálsamo después de años de vivencias traumáticas.
La vida de Maureen Kearney dio un vuelco trágico hace doce años.
El 17 de diciembre de 2012, a la una de la tarde, su empleada de limpieza la descubre en la cocina de su casa derrumbada en una silla, amordazada. Tiene los pies atados, los brazos amarrados al espaldar del asiento, una A “grabada” en la piel del vientre y el mango de un cuchillo metido en la vagina. Asaltada a las