«Aún me siento como en un sueño. Tan orgullosa de ser la nueva Coco... Nunca me hubiera podido imaginar que esto me iba a pasar a mí». En su cuenta de Instagram, Whitney Peak (Uganda, 2003) no puede ocultar su entusiasmo. Desde hace unas semanas, la joven de 20 años es el nuevo rostro del emblemático perfume de Chanel Coco Mademoiselle, cogiendo el relevo de la actriz inglesa Keira Knightley, quien le ha puesto cara durante 17 años. «Pellízcame», escribía bajo la foto de una valla publicitaria en París con la campaña presentada durante la Semana de la Moda. Una espontaneidad refrescante que refleja una trayectoria profesional tan fulgurante como inesperada.
Lejos de ser una (así es como Whitney no estaba predestinada a convertirse en una estrella del mundo del lujo. Nació en Kampala –su madre era peluquera y su padre, canadiense, piloto de helicópteros–, y pasó los diez primeros años de su vida en una pequeña ciudad de Uganda con su familia, para después mudarse a Canadá, cerca de Vancouver. «Y ahora soy actriz, qué locura», confiesa, todavía incrédula, cuando nos reunimos con ella en el estudio fotográfico parisino donde posa para ELLE. «En Uganda nunca se me habría ocurrido trabajar en esto. Pero no es porque allí sea imposible, sino porque es como si, en mi cabeza y en la de mi familia, ya tuviéramos un camino totalmente distinto pensado para nuestras vidas. En cambio, Canadá me abrió nuevas oportunidades que no podía ni imaginar. Por entonces, me volvían loca la psicología y la criminología. Y un día, debía de tener yo unos 12 o 13 años, escuché por la radio que se organizaba un en Vancouver para Disney. Yo era fan de las series de Disney, insistí a mi madre y me dejó participar en aquella selección que luego resultó ser una estafa A continuación, hice algunos trabajillos como extra, hasta que un día, en un rodaje, buscaban a alguien para interpretar un personaje en ese mismo instante. Me contrataron y ahí empezó todo», recuerda la actriz. Después de eso hizo pequeñas apariciones en series juveniles como y y acabó firmando con un agente de verdad, que la empujó a presentarse al para un prometedor papel de reparto en el de el gran éxito de la década de 2010. La joven mandó entonces un pequeño ensayo grabado y se marchó a Uganda para asistir a la boda de su hermana. A su vuelta, pasaron dos meses sin noticias, hasta que recibió una llamada de su agente mientras estaba en clase: le habían dado el papel y la citaban en Nueva York lo antes posible para empezar a rodar. Y la vida de Whitney dio giro de 180 grados.
