VOLVER A EMPEZAR
Sienna me cuenta un sueño que tuvo hace años. «Estaba en una feria y una de las atracciones era un tarro de pasas cubiertas de chocolate. Cada una de ellas representaba uno de mis recuerdos. La gente se acercaba, chupaba el chocolate y dejaba sólo la pasa». Es bastante psicodélico, le comento. Asiente. «Resume a la perfección lo que entonces sentía: que nada en absoluto me pertenecía». Apenas llevamos unos minutos de conversación en el bar de un hotel del centro de Londres, pero ya estamos deconstruyendo los sueños traumáticos de la actriz. Sienna Miller (Nueva York, 1981) ha elegido para nuestra cita una camiseta blanca, vaqueros desgastados y varias joyas de oro. Lleva el pelo recogido en un moño informal y la piel limpia. Su estilo es sencillo y bohemio, casi una ilusión óptica. De un vistazo, podríamos decir que estamos de nuevo en 2003, ante la Sienna de 21 años, incluso antes de sus primeros papeles importantes en el cine y se estrenaron en 2004), que aparecía en las páginas dey ya entonces famoso Jude Law, convirtiéndose en el centro de la atención mediática. Inevitablemente, y por mucho que ahora, a los 40 años, esté centrada en su vida como madre (su hija Marlowe tiene nueve años) y cuente con una carrera de dos décadas a sus espaldas, la conversación se ve arrastrada hacia atrás en el tiempo. A principios de la década de los 2000, en medio de una cultura sensacionalista con los famosos francamente insana. Una época de su vida que ella califica como frenética. La razón por la que este tema sale ahora a la superficie se debe, en parte, a su último proyecto, la adaptación de Netflix de la exitosa novela de Sarah Vaughan En ella interpreta a Sophie Whitehouse, la esposa de un diputado, cuyo mundo da un giro radical después de que su marido James (Rupert Friend) sea acusado de violación por una compañera con la que había tenido un La miniserie de seis capítulos aborda no sólo la cuestión del consentimiento, también los privilegios tóxicos que existen en el mundo de la política. Y si profundizamos más, podría ser el reflejo perfecto, aunque doloroso, de cómo su vida privada pasó a ser pública de un día para otro. Dice que lo más interesante de su personaje es que «me resultaba familiar porque he vivido algunas de las cosas que ella experimenta. Y los sentimientos también lo eran. Sin embargo, su forma de enfrentarse a lo que se le viene encima es la antítesis de mi forma de actuar. Así que, desde un punto de vista retorcido, quería ver cómo me sentiría reaccionando diferente». Me cuenta lo que sucedió cuando rodaron la escena en la que James le confiesa a Sophie su aventura: «Tenía un micrófono en el pecho y se oían perfectamente los latidos de mi corazón, cada vez más rápido. Me hizo reflexionar, recordar y retroceder de nuevo a ese momento». Echando la vista atrás, Sienna Miller apenas puede creer lo que vivió de los 20 a los 30. Diez años bajo la atenta mirada de la prensa sensacionalista. Los la perseguían en coche, a pie, la escupían y la insultaban para provocar una reacción (y de paso unas fotos que pudieran vender por más dinero). «Es como si estuvieras viviendo la existencia de otra persona», comenta, aún un poco afectada. «Puedo verlo desde fuera, pero no lo siento como si fuera mi vida. Casi no puedo creer que todo esto haya sucedido. El caos que reinó durante esos años parece ahora ya muy lejano». Le comento que hay un momento en que me pareció difícil de ver, cuando ella y Friend se abren paso entre una multitud de fotógrafos. «Rupert también lo había experimentado, así que esas escenas no fueron agradables para ninguno, pero nos resultó extrañamente interesante dar un paso atrás y...». Le cuesta encontrar la palabra adecuada. «Hay algo de catártico, supongo, en revivir una situación incómoda. No sé cuál es la psicología de esto. Pero puede que haya algún recuerdo que tal vez puedas sustituir por algo distinto». Bueno, sugiero, es un entorno seguro y controlado. Recuperar el control de algo sobre lo que nunca lo tuviste. Ella asiente con la cabeza. La fama para Sienna, que nació en Estados Unidos y se trasladó a Londres cuando era un bebé, le vino literalmente de la noche a la mañana. «Fui catapultada a un universo totalmente paralelo mientras duró mi relación (con Jude Law). En ese momento todo era mágico. Al principio, podría decirse que tenía su gracia, pero rápidamente se convirtió en algo aterrador. Y mi por entonces pareja llevaba viviendo esta situación años y sentía, lógicamente, mucha hostilidad hacia esa presión. Así que mi reacción inicial fue la misma». Pero la situación no era sostenible y Sienna sorprendió a todo el mundo, incluso a ella misma, cuando decidió hacer algo al respecto. «Me convertí en alguien litigante para tratar de construir una existencia que pudiera manejar. Ha habido mujeres que, como consecuencia de todo esto, han acabado desmoronándose. No puedes mantener la cordura ni los pies en la tierra». Por eso, en 2008, demandó a la agencia de que más la acosaba y consiguió una orden judicial contra futuras violaciones de su intimidad. Ese mismo año, demandó (y llegó a un acuerdo extrajudicial) a y a también por invasión de la intimidad. Luego llegó a un acuerdo con el tabloide dominical en 2011 por daños y perjuicios sobre unas escuchas telefónicas y
