Nadie sabe con precisión el momento ni el lugar en que se alcanzó este hito, ni quién es el ser humano número ocho mil millones.
En noviembre, las Naciones Unidas concedieron este honor a un recién nacido en Manila, pero el bebé podría haber sido cualquiera de las aproximadamente 12 millones de personas que nacieron ese mes en todo el mundo. Pudo haber llegado a un hospital en Tokio, a una granja en Wyoming o a un refugio antiaéreo en Kiev. Pudo haber nacido en un campo de refugiados de Ruanda, en una aldea del Amazonas o en un pueblo aislado del Ártico. El número ocho mil millones, incluso, pudo haber sido Eziaku Kendra Okonkwo, una niña de 2.75 kilos nacida en Abuya, Nigeria, el 12 de noviembre de 2022, la segunda hija de Kenneth y Amara Okonkwo.
Nigeria es una opción viable porque, con 224 millones de habitantes, es el país más poblado de África. Gracias, en parte, a los discretos avances en la atención médica, la mortalidad infantil ha disminuido a 72 muertes por cada mil nacidos vivos y la esperanza de vida ha aumentado a 53 años (aunque ambas cifras siguen muy por debajo de los objetivos de la ONU). Estos y otros factores, combinados con las tradiciones que favorecen las familias numerosas, han creado una de las poblaciones de más rápido crecimiento en el mundo. Se prevé que en el año 2050, cuando Eziaku cumpla 28 años, Nigeria, con apenas una décima parte de la superficie terrestre de Estados Unidos, tendrá 377 millones de habitantes, con lo que se convertirá en el tercer país más poblado del planeta, justo por delante de Estados Unidos, y solo por detrás de India y China.
Las estadísticas son fundamentales para proyectar el futuro, pero también son ajenas a los seres humanos a quienes se supone que representan. Así que veamos el futuro de Nigeria, mi país natal, con la mirada de Eziaku, que crecerá en un lugar muy diferente de aquel en el que