ngel Expósito (Madrid, 1964) se ha recorrido medio mundo dando voz a quienes menos se escucha. Ucrania, Venezuela o Afganistán han formado parte de sus destinos como enviado especial en los últimos años. En todos estos países ha encontrado mujeres luchadoras y valientes con historias que merecen ser contadas (Ed. HarperCollins), lecciones de superación, como él dice, “sin demagogias ni populismos”. El populismo y la demagogia van de la mano y nos está invadiendo; a los periodistas, los primeros; en lo político, lo económico, lo social y en el discurso feminista. Hay un montón de mujeres que hicieron la transición, como nuestras madres y abuelas, y muchas mujeres que están cambiando el mundo a base de tirar del carro y de sus familias, del sacrificio y la solidaridad, que pasan desapercibidas, y no es justo”. En el libro cuento la historia de una niña de 15 años que rescataron los Boinas Verdes de Afganistán, bien dirigida y con su discurso, lucha por la igualdad más que nadie en España. También hablo de una gitana de las tres mil viviendas de Sevilla, que sufrió el maltrato a manos de su marido durante 20 años y consiguió salir de eso y está educando a su hija en una academia de baile, sabe más de lucha por la mujer que nadie. Las heroínas son esas. Absolutamente no. Quedan cosas por hacer, por supuesto, empezando por la igualdad salarial y la violencia machista, pero estamos mucho mejor que estaban nuestras abuelas. Mi madre cuando se casó no podía firmar en el banco, y no hace tanto tiempo de eso. Quiero pensar que los hombres de ahora son menos machistas que lo eran nuestros padres. El problema son las redes sociales, la pornografía, la prostitución, la trivialización del sexo… Cuando ves las encuestas y ves lo que piensan los jóvenes, te echas a temblar. No es que se las intente silenciar, es que a lo mejor no están de moda. Estamos comprando el discurso oficial de que el feminismo, el reformismo y el progresismo es de izquierdas. Para progresista, mi abuela, que era republicana en la Guerra Civil y sacó adelante a 14 hijos haciendo estraperlo con un amor infinito y se olvidó de rencores y llegó a votar la reforma democrática. El feminismo por la igualdad real con una capacidad de solidaridad y de amor a la familia y al prójimo, de esfuerzo y de dignidad infinitos. Hay un denominador común cuando vas a una guerra (yo he ido a muchas), a un atentado, un terremoto, una crisis humanitaria o un éxodo de refugiados: siempre hay mujeres y madres.
