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«El patriarcado nos quiere víctimas y pioneras. Les encanta señalarnos como pioneras cuando lo somos y, cuando no lo somos, también, porque así asumes una posición de fragilidad. Pero eso no nos conviene: nos conviene ser muchas y fuertes», explica Carmen Calvo (Córdoba, 1957) al principio de su obra (Planeta). Apenas unas horas después de su toma de posesión como presidenta del Consejo de Estado, el órgano consultivo más importante del Gobierno, asegura que escribió el libro a modo de manual «sencillo y comprimido» para que se entienda «dónde está el feminismo y cuáles son sus problemas». Calvo, que fue vicepresidenta primera del Gobierno, ministra de la en esto de igualar los derechos de la mujer y el hombre. Y lo hace con cierta melancolía, evocando la joven Carmen que luchó contra Franco desde una perspectiva activista: «Soy feminista, socialista y de izquierdas desde que era niña», asevera, señalando que su entorno familiar facilitó su vocación. «La personalidad fuerte era la de mi madre, mi padre alababa constantemente su inteligencia. A ella le encantaba tener su propio dinero e independencia». Para la jurista, el feminismo será político o no será.