La intervención de Pedro II en Francia durante la cruzada albigense no tenía otro objeto que proteger sus derechos y, tal vez, ampliar el poder de su dinastía. En cuanto a Inocencio III, como cabeza de la Iglesia estaba obligado a reinstaurar la paz y la obediencia a Roma en un territorio azotado por la anarquía, la inseguridad y la disidencia religiosa.
Inocencio III y Pedro II no contraponen intereses ni militan en bandos opuestos durante el conflicto. De hecho, Pedro fue durante su vida un ejemplo de obediencia a Roma, intransigente con infieles y herejes, incluso paladín de la Iglesia. Para aproximarnos a las auténticas personalidades del rey y el papa, así como a sus relaciones, es preciso ceñirse a las fuentes y a los historiadores que han esquivado la manipulación sufrida por los hechos y los personajes durante, especialmente, el último siglo y medio.
EL ÚLTIMO REY GUERRERO
Jaime I el Conquistador, al relatar en el Libro de los hechos la muerte de su padre, alude al lema de la casa de Aragón: «Vencer o morir». Efectivamente: Pedro II, rey de Aragón y conde de Barcelona, murió en 1213 en la única derrota que cosechó, luchando contra las tropas cruzadas en la batalla de Muret. Cerraba así la lista aragonesa de los reyes guerreros, los que peleaban a la cabeza de sus tropas: el fundador de la casa, Ramiro I, murió alanceado en el asedio de Graus; a su hijo Sancho Ramírez lo mataron de un flechazo mientras trataba de conquistar Huesca; a Alfonso I el Batallador lo mandaron a la tumba las heridas recibidas en Fraga. Y el propio Pedro II estuvo a punto de caer un año antes de Muret, en la gran batalla de las Navas de Tolosa, y menos mal que la lanza almohade que le perforó el perpunte no llegó a tocar piel.
Lo de resolver conflictos a espadazos parece que lo tenía asumido Pedro II desde joven. Recién entronizado, con dieciocho añitos, rompió la tendencia de su padre y se alió a muerte con Castilla, que andaba perjudicada tras la derrota de Alarcos. Así, en 1196, Pedro se hizo acompañar de su célebre mesnada regia —cuerpo de luchadores elegidos entre las casas más nobles de Aragón—y acudió a tierras leonesas a apoyar a su pariente