EN FEBRERO DE 1943, CUANDO TRAS DERROTAR A LOS ALEMANES EN STALINGRADO EL EJÉRCITO ROJO COMENZÓ A RECONQUISTAR EL TERRITORIO PERDIDO, JOSEPH STALIN, PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS DE LA UNIÓN SOVIÉTICA, DECIDIÓ QUE YA ERA HORA DE QUE EL RESTO DE LOS ALIADOS PUSIERAN ALGO DE SU PARTE PARA TERMINAR CON LAS FUERZAS DEL EJE Y CONVOCÓ A SUS LÍDERES PARA TOMAR DECISIONES ESENCIALES DE CARA AL FUTURO.
Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, se vieron por primera vez en Teherán el 28 de noviembre de ese mismo año. Durante la conferencia, a propuesta de Stalin, los jefes de Estado decidieron preparar una vasta ofensiva que permitiera abrir un segundo frente en Europa occidental. Ferviente anticomunista, Churchill deseaba sobre todo reducir la influencia política de las tropas soviéticas en los Balcanes y propuso atacar allí. Stalin, se negó. Para no romper la reunión, los americanos sugirieron una operación anfibia de desembarco en la costa occidental.
Por razones logísticas era imprescindible que ese ataque comenzara desde Inglaterra. Lo que había que decidir era la ubicación del punto de desembarco, para que fuera lo más próximo al territorio alemán y con las mejores condiciones.
Las costas del Atlántico estaban muy lejos del objetivo final y llenas de submarinos alemanes; lo mismo ocurría con la costa francesa de Bretaña. En las costas belgas, las corrientes marinas eran demasiado fuertes y podían hundirse muchas de las lanchas utilizadas antes de que llegaran a tierra. Tampoco se podía utilizar Holanda, ya que su litoral era demasiado bajo y se podía inundar fácilmente, lo que dificultaría en gran medida el desembarco de equipo. Lo más factible era desembarcar en el norte o en