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MUCHAS SON LAS MO-MIAS –EXTENDIDAS POR CASI TODO EL MUNDO– Y MU-CHOS LOS MÉTODOS–ARTIFICIALES O NA-TURALES– DE MOMI-FICACIÓN. Desde las conocidísimas egipcias, que fueron sometidas a un riguroso y canónico proceso físico y ritual que logró mantenerlas tan inalteradas después de varios milenios, hasta las menos famosas guanches, incas… en las que, sin embargo, se aplicaron mecanismos de embalsamación tan eficientes como en las otras. Y qué decir de los casos naturales en los que los cuerpos humanos o animales han perduado en el tiempo en perfecto estado de conservación, como es el caso de "Ötzi", el hombre de los hielos, o el hombre de los pantanos danés, o los mamuts…
Y es que, aunque no se esté familiarizado con el tema, lo cierto es que el hombre nunca se ha dejado de desarrollar técnicas para disecar, incluso en estos tiempos. No en vano, esta tradición no solo es típica de las culturas primitivas, sino también en nuestra sociedad. Así, del pasado siglo tenemos casos tan famosos como los de la niña Rosalía Lombardo (que recientemente ha sido monitorizada con cámara, ya que a lo largo del día abre y cierra los párpados), Lenin o Eva Perón, por citar ejemplos muy conocidos.
Sin embargo, la momia de la , aparecida en el altiplano de Ukok (República de Altai, Siberia suroccidental), es un caso aparte debido a su antigüedad, ya que