En la insula de San Paolo, situada en el barrio romano de Regola, hay un amasijo importante de vasijas y ánforas que en su día sirvieron para transportar almejas, ostras y mejillones. No podían ser reutilizadas ya que entonces no había lejía ni jabones químicos. Algunos de ellos contenían garum o liquamen, un licor o salsa de pescado -extraído de la caballa viva o la anchoa- macerado con sal, y que podía tener un olor nauseabundo que sin embargo contrastaba con un exquisito y sofisticado sabor.
Su esencia procedía de las entrañas y se