Querido lector, ¿aceptarías como gobenador o gobernadora de tu estado a una persona que haya nacido en un estado diferente? La respuesta, quiero suponer, sería negativa. ¿Responderías en el mismo sentido si te dijera que esa misma persona durante cinco años ha estado residiendo en tu estado y ha demostrado arraigo al mismo? Quizás ahora dudarías un poco, pues ya no se trata de alguien ajeno, sino de una persona que conoce el estado.
Nuestra Constitución nacional responde la anterior interrogante diciendo, en su artículo 116, fracción I, último párrafo, que pueden ser gobernadores quienes no sean del estado siempre y cuando tengan una residencia efectiva en él no menor