La hermana de Mónica
Mónica está desesperada. Su hermana de 13 años pasó el confinamiento en su habitación, haciendo amistades virtuales. Acaba de exigir a la familia que dejen de dirigirse a ella por el «nombre muerto» (dead name) y le llamen Alex. Quiere empezar la transición con testosterona y amputarse los senos porque es un chico atrapado en un cuerpo de chica.
La madre la ha llevado al psicólogo, y éste, aduciendo que no es un tema de salud mental, la ha derivado inmediatamente a dos lugares: en Trànsit, la unidad de tratamiento de la identidad de género de la sanidad catalana, y en el SIAD de la ciudad, el servicio de información y atención a las mujeres (teóricamente es un recurso contra la violencia de género y se financia con dinero del pacto de estado).
En la primera visita para informarse, salen de con la receta de la dos veces por semana.