LOS COCHES COMO LAS MODAS, VIENEN Y VAN. Solo unos pocos tienen el atractivo y la flexibilidad suficientes para superar los cambios de gustos del público e incluso las normativas restrictivas. Así que algo especial debe tener el Corvette para llevar nada menos que siete décadas enamorando a los aficionados de todo el mundo. En España, el Corvette también es apreciado y conocido, aunque ha sido importado de forma intermitente. Recordamos que en 1994 comercializaba los C4 el grupo North American Motors, y en 2004 el Grupo Bergé (ahora Astara) comenzó a importar Cadillac y Chevrolet, incluyendo los Corvette C5. La marca Chevrolet también tuvo una amplia red en España desde 2011 (cuando los Daewoo pasaron a llamarse Chevrolet), hasta que GM decidió retirar la marca Chevrolet de Europa en 2015. En todo caso, en el mercado nacional de segunda mano es fácil encontrar unidades de Corvette, sobre todo desde los años 8O en adelante.
Lo difícil es ver en nuestro país uno de los primeros, los que empleaban una carrocería de fibra de vidrio. Aquel fue un movimiento innovador por parte de GM, pero bajo la carrocería blanca del prototipo presentado en Motorama del 53 había muchas piezas ya conocidas, un V8 de 235 c.i. (3.9 litros) acoplado al chasis de largueros y la suspensión “leaf spring” con ballestas. Los primeros Corvette de serie llevaron un motor “Blue Flame” 3.9 de seis cilindros en línea, con 150 CV. Concebido como un deportivo compacto al estilo europeo, era ligeramente menos potente que el Jaguar XK120, que tenía un precio similar. Lo malo es que el Corvette solo se vendía con la transmisión automática Powerglide de dos velocidades, y que de 265 c.i. (4.3 litros), junto a un cambio manual de tres velocidades. El tiempo de 0 a 100 km/h cayó de 11 segundos a 8,5 para el coche del año 55 gracias al de 200 CV, y a tan solo 5,7 segundos en 1957, cuando el V8 se potenció a 240 CV (4.7 litros). Y con la inyección mecánica Ramjet se alcanzaban 285 CV.