Teodosio I el Grande murió en Milán el 17 de enero del año 395. Durante un breve periodo de tiempo al final de su reinado, entre el año 392 y el 395, fue el último emperador que gobernó en solitario la totalidad del Imperio romano. Según el historiador Zósimo, en vida «se dedicaba a lujosos banquetes, centraba sus afanes en los placeres y satisfacía su vanidad con teatros y carreras de caballos», aunque pasaría a la historia por varios hitos: la promulgación del Edicto de Tesalónica en el año 380, que establecía el catolicismo niceno como religión única y legítima del Imperio; la destrucción del Serapeum de Alejandría en el 391 y, con ello, la desaparición del último vestigio de la Gran Biblioteca; y la partición de los territorios del Imperio entre Occidente, para su hijo de diez años Honorio, y Oriente, para su hijo de dieciocho años Arcadio. Cabe destacar que cuando se tomó esta última decisión no se era consciente de que supondría la división permanente del Imperio en dos entidades separadas, ya que en el pasado había estado dividido de facto y se había vuelto a reunir, así que esta separación definitiva fue más una cuestión de azar que una decisión premeditada.
EL MUNDO ROMANO A FINALES DEL SIGLO IV
En los últimos años del siglo iv, hacía tiempo que Roma no era la capital administrativa del Imperio occidental y su población había disminuido, pero seguía albergando al menos a medio millón de personas en su interior. En el Imperio oriental, Constantinopla