“Siempre me han interesado la artesanía y la historia detrás de las prendas. Es mágico, sobre todo hoy en día, que se nos quiere vender algo nuevo cada cinco minutos”
“No creo que mi generación esté más comprometida con el medioambiente que las anteriores, pero sí que somos más conscientes de lo que está pasando porque tenemos más información y más presión”
a fuerza de su apellido no logra hacer sombra a Amelia Windsor (Cambridge, 1995). Ella es la primera que le resta importancia, pidiendo que no se la trate de ni se mencione el tema durante esta charla. Tiene claro que, si se va a labrar un camino en el ojo público, será por su esfuerzo y no por las bondades de su familia. En un principio es complicado, quizá porque aquí en España no se conozca tanto su perfil más allá de esa realeza en la que su nombre ha despuntado en los últimos años como prima de los príncipes Guillermo y Enrique. Sus padres son los condes de St. Andrews (George y Sylvana Windsor, esta última, además, historiadora en Cambridge), y su abuelo, duque de Kent, era primo hermano de Isabel II. Pero lo cierto es que, Amelia (o Mel, como prefiere que la llamen) lleva algunos años abriéndose un hueco en la industria de la moda tratando de dar voz a la sostenibilidad y la artesanía. El gancho perfecto para convertirse en colaboradora de la firma de calzado menorquina Pretty Ballerinas, con la que ha diseñado su primera colección de zapatos.