Mark Cuban desbloquea su celular y abre su bandeja de entrada, que no para de recibir mensajes nuevos. “Bum, bum, bum, bum, bum”, dice mientras tira a la basura cada mensaje sin dedicarle ni un segundo para pensarlo.
Borra un mensaje con el asunto “Un pedido desesperado”. Otro sobre un proyecto cripto en el que está trabajando. Cuban compró los derechos digitales de dibujos hechos por uno de los arquitectos del World Trade Center que quiere transformar en NFT. Entrecierra los ojos para leer el texto. El email siguiente es de un aspirante a emprendedor y aquí tiene su primer acto de piedad. “Me gustan estos tipos. Me guardo los mensajes para más tarde”, afirma.
En la vida real Cuban no es muy diferente del papel que representó durante los últimos 11 años o 13 temporadas de Shark Tank. Escucha a todos, por lo menos por un breve instante, antes de dar su opinión. Su dirección de email personal es pública (mcuban@gmail.com) y el inversor revisa cada estafa, mensaje de correo basura o presentación que le envían. ¿Por qué? No lo puede evitar.
“Para mí es como si compitiera en un deporte en el que soy muy bueno -dice mientras sonríe-. Dentro de 50 años, cuando tenga 110 años, voy a seguir haciendo lo que sea equivalente a responder emails”.
El lado emprendedor de Cuban lo llevó a fundar diez empresas. La primera fue en 1983 con la creación de la revendedora de software MicroSolutions, y la última Cost Plus Drugs, una corporación de beneficio público que fundó en 2022, que apunta