Llega una etapa en la vida en que nuestros hijos pasan por diferentes estados de ánimo como la tristeza, o pueden encontrarse irritables o simplemente nada les emociona. Pero si esta actitud se prolonga al grado de afectar sus actividades diarias, es momento de prestar atención porque podría ser depresión y no solo la etapa de adolescencia.
Entre los 10 y los 19 años nuestros hijos cambian