Los egipcios lo incluían en muchas fórmulas de belleza y lo utilizaban en decocciones y defumaciones. Los antiguos romanos lo comían crudo y cocido, pero también sabían hacer cataplasmas y lo usaban en muchas otras formas terapéuticas. Hoy, tenemos a nuestra disposición las más diversas formas de administración del ajo, desde las fórmulas caseras que se preparan con un procesamiento mínimo de la cabeza de ajo, que compramos en la verdulería más cercana, hasta los productos de laboratorio que la elaboran de acuerdo a las técnicas farmacológicas más modernas. Es preciso tener en cuenta que la forma de administración está en estrecha relación con la dolencia que se desea tratar. Si lo que se quiere, por ejemplo, es aliviar un dolor de muelas, estará contraindicado utilizar el ajo en una defumación y, en cambio, será conveniente ponerlo crudo y machacado en el lugar mismo de la afección.
Algunas de las formas que aquí se recomiendan son para tratar casos agudos, problemas de urgencia como un cólico o una constipación, mientras que otras cuya base es el alcohol, pueden guardarse por mucho tiempo en un lugar oscuro y seco. Conozca la amplia gama de formas de administración y elija la más adecuada a su problema específico:
ACEITE
El aceite de ajo está especialmente indicado para el tratamiento de algunas dolencias de la infancia y de la adolescencia como otitis, dolor de dientes, hongos bucales, problemas genitales, ardores y picazones. Se puede guardar en una botella de vidrio oscuro por mucho tiempo. Para evitar que se ponga rancio es conveniente hacerlo en el refrigerador y agregarle unas gotas de