ROMA. – En 2020 Rafael Grossi asumió como director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Dos años después, este argentino de 61 años –más de 35 de los cuales, en el sector de la no proliferación nuclear y el desarme– tiene una de las tareas más delicadas que existan en la actualidad en el planeta: evitar una catástrofe de grandes proporciones en la central nuclear ucraniana de Zaporiyia, la más grande de Europa, capturada en marzo por las tropas msas y blanco de repetidos ataques de los cuales Rusia v Ucrania se acusan recíprocamente.
Por eso Grossi propuso una solución: que los dos países, que ya aceptaron en agosto que una misión de especialistas de la OÍEA se quede en la planta, pacten crear una zona de seguridad en tomo a la central antes que acabe el