“DESDE AQUÍ, SOLO A MEJOR”
CINCO PALABRAS MUY COMUNES, pero dispuestas en un orden que jamás antes había escuchado a nadie. Yo asiento, con un silencioso: “Sí, exactamente”. “Desde aquí, solo irá a mejor” es parte de la respuesta de Travis Macy a mi pregunta: “¿Cómo y por qué una persona correría más de 160 km, uno detrás de otro?”. Las carreras de 160 km no son más que una de las muchas cosas sobrenaturales que él y su padre, el igualmente legendario atleta de resistencia Mark Macy, de 68 años, llevan décadas haciendo. ¿Cómo, y por qué, una persona participa en una carrera en la que un tiempo de 20 horas para terminarla supone un resultado ambicioso? Yo he corrido maratones, he sentido el dolor y la euforia, y he transgredido mis límites. Sin embargo, lo que jamás he hecho es cruzar la línea de meta de un maratón y pensar: “Venga, voy a hacerlo ahora mismo otras tres veces”. ¿Cómo se prepara una persona mentalmente para correr 48, 80 y hasta 160 km?
“Tienes que convencerte de que todo podría ir a mejor”, explica Travis (39 años). “Por lo general, uno tiende a pensar: ‘Si me siento así de mal después de haber corrido 32 km, con 64 km estaré dos veces igual de mal’. Pero ¿cómo puedes saberlo? Quizá para nada sea así”. Y como prueba de su carisma, aquí estoy yo creyéndome a pies juntillas sus palabras. “Si sigues comiendo y bebiendo, si te rodeas únicamente de energía positiva, llegará un punto en que consigas sentirte mejor. Las cosas cambian por completo, y eso es algo que sucede en cualquier evento de larga distancia”.
Voy de caminata familiar con los Macy: Travis y Mark, y sus esposas, Amy y Pam. Quiero hablar de cómo una persona consigue convertirse en ultrarunner. Pero no solo eso: también quiero saber cómo esta familia está lidiando con una durísima realidad. En 2018, a Mark Macy le diagnosticaron alzhéimer de inicio temprano, una enfermedad incurable y terminal. “Hay altibajos, pero los momentos bajos no solo te minan. Ahí, en lo más hondo, aún se puede encontrar algo positivo”, afirma Travis. Mark asiente ante las palabras de su hijo. “No es tan duro”, cuenta Mark. Y seguimos adelante.
Travis y Amy se mudaron aquí hace ya unos cuantos años. Ambos querían que sus hijos, Wyatt y Lila, pudieran ir solos de