Arturo Zaldívar Lelo de Larrea es el primer presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que no viene de carrera judicial. Su elección en enero de 2019 fue bien recibida por la opinión pública debido a ciertos criterios, como el de la resolución del caso de la Guardería ABC y el consumo lúdico de la mariguana, en los que no sólo mostró independencia de otros poderes públicos, sino una verdadera defensa de los derechos humanos.
Sin embargo, una vez que llegó a la presidencia del máximo tribunal, desapareció la distancia que en sexenios anteriores había mostrado frente al Ejecutivo federal y, con el tiempo, se mostró cada vez más cercano a éste y afín al proyecto de nación del presidente Andrés Manuel López Obrador, considera Javier Martín Reyes, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
“La expectativa es que iba a ser un ministro presidente de esa misma manera, con independencia respecto del Poder Ejecutivo y con capacidad de impulsar cambios importantes al interior. La verdad es que hubo un contraste notable. Zaldívar, para bien y para mal, ha sido un ministro presidente particularmente cercano al poder y creo que nunca habíamos