De Macaco sabía que era un fenómeno de masas, un cantante concienciado con las causas sociales, con la conservación del medio ambiente, temas que reivindica en sus canciones, así como la multiculturalidad. Lo que no sabía es la personalidad arrolladora que tiene, que te atrapa con una sola mirada, y una humildad heredada de su madre María Teresa, actriz de doblaje y cantante, y de su padre, ingeniero de sonido y un apasionado del jazz. Una familia de músicos, amantes del arte y la literatura que inculcaron a su hijo desde muy temprana edad.
El resto se lo ha ganado día a día, mezclando ritmos, investigando, hasta convertirse en el gran cantante que es, con seguidores en todo el mundo y un álbum, “Vuélame el corazón”, dedicado al amor, en el que colaboran cantantes de la talla de Leiva, Ana Mena, Rita Payés o Estopa, entre otros.
-Empezó en Barcelona, cantando y haciendo mimo, ¿fue una buena escuela?
-Buscaba escenarios sin filtro y la calle es buena escuela,