Es media mañana en Nueva York, y el sol entra por las ventanas del apartamento de Sienna Miller, iluminando a la actriz mientras reflexiona sobre los últimos 12 meses. «Este ha sido probablemente el mejor año de mi vida», dice, apareciendo en mi pantalla con un vestido de punto verde y unos pantalones azules, con el pelo despeinado enmarcando su cara. «Hay algo en este capítulo de mi vida –quizá el cumplir 40 años– en el que es un alivio que las cosas se hayan tranquilizado, salir de la treintena y tener enfrente esta gran extensión de espacio creativo».
Se muestra contemplativa, no categórica, como