Harper's Bazaar España

Brindar bien

uentan las crónicas que, cuando se le preguntaba si no creía que trabajaba en un negocio demasiado fútil, Coco Chanel solía responder: «El lujo no es lo contrario de la pobreza, sino de la frivolidad». En un mundo en el que la moda femenina estaba hecha por hombres, la diseñadora fue una de las primeras mujeres empresarias del siglo XX, pero para ella la moda no solo estaba en los vestidos, «sino en el cielo, en la calle; la moda tiene que ver con las ideas, con la forma en que vivimos, con lo que está sucediendo», decía. Lejos quedan ya los tiempos en los que lavarse el pelo con champán, como proponía Diana Vreeland satíricamente en su icónica columna en la edición americana de HARPER’S BAZAAR, era considerado una gracia deahora la celebración es cultural, comprometida y está llena de grandes mensajes que nos representan. Donde antes todo se trataba de estatus, logotipos y exclusividad, hoy se espera que sea sustituido por dinámicas recientes como la salud y las conversaciones sociales, así como por un sentido renovado de propósito y responsabilidad. Todo ello, eso sí, sin perder nunca el icónico halo de personalización y exclusividad. Y cada marca lo hace a su manera.

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