El COVID-19, la pandemia más mortífera en 100 años, un virus respiratorio letal que pilló desprevenidos a los gobiernos más avanzados del planeta, puso en jaque el bienestar global y demostró nuevamente lo vulnerable que es el ser humano. Que una enfermedad de supuesto origen zoonótico pudiera causar tal destrucción en un planeta con sistemas sanitarios y tratamientos de vanguardia visibilizó los laboratorios de máxima contención y obligó a replantearse el peligro que supone la biotecnología y la necesidad de fortalecer la seguridad.
Un informe reciente reveló que existen 59 laboratorios de alto riesgo, de nivel 4 de bioseguridad (BSL-4, por sus siglas en inglés), cuyas medidas de control podrían ser insuficientes y evidenció la posibilidad de un accidente o fuga de patógenos de consecuencias imprevisibles. En las próximas líneas realizamos un recorrido por los centros que a nivel global cobijan algunos de los virus y patógenos más letales, donde las condiciones de trabajo son realmente exigentes, claustrofóbicas y peligrosas, y en los que un pequeño fallo, por nimio que sea, puede ser fatal.
LAS UBICACIONES DE LOS CENTROS DE CONTENCIÓN de nivel 4, el más alto en su campo, son de entrada entornos de alta seguridad, donde los científicos deben utilizar trajes de protección en cámaras presurizadas e ingresar a través de esclusas. Las prácticas, equipos de seguridad, el diseño y la construcción de instalaciones en este nivel son aplicables al trabajo con agentes peligrosos o tóxicos que ponen en riesgo la vida, pueden transmitirse a través de aerosoles y para los cuales no existen vacunas o terapias disponibles. También se aplica a todas las manipulaciones de materiales de diagnóstico potencialmente infeccioso, cepas puras y animales infectados de forma natural o experimental, implicando un alto riesgo de exposición e infección para el personal de laboratorio, la comunidad y el medio ambiente.
El citado informe sobre bioseguridad realizado en 2021, escrito por la doctora Filippa Lentzos, profesora de Ciencia y Seguridad Internacional del King’s College en Londres, y el doctor Gregory D. Koblentz, profesor de Biodefensa en la Universidad George Mason (Fairfax, EE. UU.), y tituladoadvierte de que los estándares internacionales son «lamentablemente inadecuados para custodiar adecuadamente la principal amenaza» que representan dichos laboratorios. Se deben aplicar altos niveles de protección, seguridad y respuesta: «Esto es especialmente