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VÍSPERAS DE SANGRE

En enero de 1936, los principales partidos de izquierda, incluidos el minúsculo PCE y el Front d’Esquerres de Catalunya, formaron el llamado Frente Popular, una coalición electoral creada para concurrir en bloque a las elecciones generales convocadas para el miércoles 12 de febrero. Tras la celebración de estos comicios y la publicación de sus resultados el lunes 16 de febrero, la coalición alcanzó los 263 diputados al Congreso, mientras que las formaciones de la derecha solo lograron 156 escaños. De ahí que la victoria del Frente Popular encumbrara poco después a Manuel Azaña a la presidencia de la Segunda República. Concluía así el segundo bienio republicano—denominado por las izquierdas como Bienio Negro—, comprendido entre las elecciones generales de noviembre de 1933 y las de febrero de 1936. Algo más de dos años durante los cuales gobernaron los partidos de centro-derecha encabezados por el Partido Republicano Radical, de Alejandro Lerroux (1864-1949), aliados con los católicos de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y los latifundistas del Partido Agrario, primero desde el Parlamento y luego participando en el Gobierno. Precisamente, la entrada de la CEDA en el Ejecutivo desencadenó el suceso más importante de ese periodo: la Revolución de octubre de 1934.

Ahora bien, el rechazo y la frustración que produjo el triunfo del Frente Popular en los estamentos más conservadores, incluida la Iglesia y buena parte del Ejército, lo expresó bien a las claras el exministro y líder de la CEDA, José María Gil-Robles y Quiñones (1898-1980) en un discurso en el Congreso, dando la réplica al programa de gobierno presentado por Manuel Azaña (1880-1940) el 15 de abril. Gil-Robles declaró que «no esperaba nada del régimen democrático y que no le quedaba más remedio que animar a los suyos para que se unieran a los partidos que les ofrecían el aliciente de la venganza». Y con una oratoria casi apocalíptica, lanzó una grave amenaza: «La mitad de la Nación que no se resigna implacablemente a morir, si no puede defenderse por un camino, se defenderá por otro… Cuando la guerra civil estalle en España, que se sepa que las armas las ha cargado la incuria de un Gobierno que no ha sabido cumplir con su deber, frente a los grupos que se han mantenido dentro de la más estricta legalidad». Y concluyó su intervención con una arenga casi bélica: «Es preferible saber morir en la calle a ser atropellado por cobardía».

COMIENZA LA PRIMAVERA NEGRA

Las formaciones políticas y sociales de la derecha precipitaron así la ruptura con el régimen republicano. Tampoco ayudó el silencio cómplice de las acobardadas clases medias y pudientes de la sociedad española, para entonces ya divididas entre dos bandos irreconciliables entre sí. De hecho, el triunfo electoral del Frente Popular supuso el comienzo de la

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