“Todas las discusiones actuales sobre la democracia, sea a favor, sea en su contra, son inútiles, porque nadie sabe de qué habla”.
Bertrand de Jouvenel, Du Pouvoir, 19451
Expuestas las causas primeras del régimen democrático en la primera parte de este ensayo, toca ahora tratar sobre las instituciones que se desprenden de ellas, siempre acorde con las clases pobres que asumen el poder de su órgano supremo, la asamblea, del griego ekklessía y del latín ecclesía. Tal órgano supremo de las auténticas democracias que vienen de la Antigüedad, sin existencia alguna en nuestros días, salvo el abuso hoy generalizado de su ideología como libertinaje en la forma de vida, brinda sustento y justificación al libertinaje en las ganancias económicas de las clases dominantes.2 Para que el amable lector pueda entender con mayor facilidad la característica de cada una de las instituciones de las clases pobres las contrastamos con las del régimen o supremacía de las actuales clases ricas Estados Unidos.
1. vis à vis El principio de igualdad cuantitativa, método de designación democrático, consiste en el sorteo, ya que todos valen uno y nunca más de uno, pues de otra suerte se traicionaría la justicia democrática. Por comparación, en las plutocracias, en sus orígenes, se eligen algunos por algunos y posteriormente algunos por todos, método opuesto de las clases más ricas que la elección por el voto discrimina en favor de ellas. Como el inhumano axioma de los plutócratas es a mayor riqueza mayor poder, en el primer caso son las 100 o menos de 100 familias más ricas las que sufragan por las de mayor riqueza que ellas, oligarquías con un derecho pasivo para 80 por ciento de las mismas, quienes eligen entre 20 por ciento de riqueza superior y al más acaudalado como primero. En sus inicios los más pocos de entre ellos, además de poder votar,