SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIS.- Primero fue la masa de migrantes hondureños; después los cubanos y enseguida los haitianos. Actualmente miles de venezolanos se suman al corredor migratorio de Chiapas, junto con el flujo procedente de África y Asia, incluido el Medio Oriente.
La “ciudad cárcel” que abarcaba Tapachula se extendió por toda la costa chiapaneca hasta llegar el Istmo oaxaqueño, específicamente Tapanatepec, donde al cierre de esta edición 17 mil migrantes, la mayoría venezolanos, están varados pese a sus intentos de seguir su ruta hacia el norte.
La nueva ola de migrantes colapsó albergues, calles, plazas, parques, el hospedaje barato y sobre todo los servicios de atención migratoria, que se han visto rebasados una vez más, en esta crisis que se inició en la frontera sur en octubre de 2018, con la primera gran caravana de migrantes centroamericanos que se concentró en el puente fronterizo Rodolfo Flores, de Suchiate.
El pasado miércoles 12, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS) dio