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@Rafaikkonen
La digitalización ha sido un motor de cambio determinante en la industria del videojuego, y promete seguir siéndolo en los años venideros. Pero, esta vez, no vamos a hablar de su forma de cambiar el modelo de consumo o de si pone en jaque al formato físico que tanto nos pirra a los carcamales, sino de cómo los contenidos descargables han cambiado, para siempre, la forma, la longevidad y la periodicidad de muchos géneros que estaban ya presentes cuando nadie sabía qué era eso de internet.
Desde la perspectiva actual, es interesante retrotraerse a principios de los 90 y recordar juegos como Sonic & Knuckles, que casi podrían considerarse predecesores de lo que, posteriormente, serían los DLC. Al fin y al cabo, el cartucho de Sega podía juntarse al de Sonic 3 para conformar una única aventura, en tanto que el de Capcom era una versión ampliada que sumaba al plantel de luchadores a Fei Long, Cammy, Dee Jay y Thunder Hawk. No obstante, por aquel entonces, las consolas y los formatos de almacenamiento eran los que eran. De hecho, los 40 megas del juego de lucha, que hoy pueden parecer una menudencia, eran todo un portento técnico. Pero, muchos años después, los discos duros se convertirían en un elemento esencial de las consolas y, con ellos, paulatinamente, se produciría toda una revolución en la forma de ser de los juegos y en su capacidad para persistir en el tiempo.