Tras protagonizar el desfile (andrógino) del año en la alfombra roja de Venecia, el actor se convierte en un caníbal muy romántico en ‘Hasta los huesos: Bones and All’, su retorno al cine indie de la mano de Luca Guadagnino, quien fuera su descubridor en ‘Call Me by Your Name’.
Hay acontecimientos que revelan al instante todo su potencial icónico, momentos destinados a quedar fijados en la memoria (cinéfila) colectiva. Este periodista se sintió partícipe de uno de estos advenimientos culturales cuando, el pasado 2 de septiembre, desde la sala de prensa de la Mostra de Venecia, escuchó el griterío de las centenares de fans que enloquecían ante la presencia de Timothée Chalamet (Nueva York, 1995) en la presentación de gala de Alentados por los prolongados aullidos, un buen grupo de reporteros nos amontonamos en los ventanales del Palazzo del Cinema para ver al más deseado. La distancia de unos 150 metros hasta la alfombra roja no supuso mayor problema: Chalamet regaló una estampa memorable y chillona gracias a un entallado traje rojo sangre sin espalda (un u overol, según la terminología más) diseñado por Haider Ackermann, amigo íntimo de la estrella. El más arriesgado del protagonista dese completaba con un escote envolvente, anillos de Cartier, unas gafas Ray-Ban para mujer y botas de negras.