Dice un refrán que, cuando dos alemanes se encuentran, discuten, pero si se añade un tercero fundan una asociación. A principios del siglo xx, Alemania era quizá el país de Europa con una mayor red asociativa. Las había de casi todo. Ya desde muy jóvenes, los alemanes vivían tal experiencia en casa. De ello eran conscientes los partidos políticos, y no hubo casi ninguno que no tuviera su sección juvenil. El NSDAP no fue una excepción. Tras algunos ensayos, el 3 de junio de 1926 alumbró oficialmente a la Hitlerjugend (HJ), la Juventud Hitleriana, con el joven Kurt Gruber como su primer dirigente.
Durante sus primeros años, la HJ se diferenciaba poco de otras organizaciones por el estilo. Pero, a medida que el partido fue creciendo, recibió una mayor atención de los dirigentes nazis y adquirió sus rasgos diferenciales: primacía del plano físico sobre el intelectual, ultranacionalismo, racismo y, sobre todo, obediencia ciega al Führer, a quien sus miembros ofrecían juramento de fidelidad.
Sed de aventuras
Abundaban las